La crisis de semiconductores y la industria automotriz: ¿qué está pasando? [2022]
Tratemos de imaginar por un momento cómo sería nuestra vida sin dispositivos electrónicos. ¿Cuántos hemos usado en las últimas 24 horas? ¿Cuántos tenemos en casa? Algo complicado, ¿cierto? Es por ello que la crisis de los semiconductores nos tiene en jaque.
Desde los teléfonos inteligentes, pasando por los servidores, automóviles, sistemas de automatización industrial, electrodomésticos, hasta infraestructura crítica y sistemas de defensa, dependen de ellos.
De ahí que las alarmas que se emiten desde la industria ante la crisis de semiconductores no son una exageración, pues su escasez a nivel global genera la percepción de un nuevo parón en la economía mundial.
Y es que de la misma manera en que hoy la pone en aprietos, también fue pieza clave en sus más recientes y significativos avances. Cifras de Deloitte estiman que, desde el año 2000, la producción de semiconductores subió un 180%.
En este contexto, la firma consultora también calcula que tan solo para el cierre de este año el mercado de los semiconductores podría generar ingresos por más de $543 mil millones USD.
Precisamente por el interés que diversas industrias tienen en este asunto, en este post te explicamos qué es lo que está pasando con el abastecimiento de semiconductores, a qué se debe su escasez, de qué manera impacta a sectores clave, y cómo luce el panorama en lo que resta del año.
¿Cuál es la importancia de los semiconductores?
Los semiconductores son componentes esenciales de los artefactos electrónicos. Incluso, podríamos decir que son como su sistema nervioso.
Durante los últimos 50 años, el desarrollo de la tecnología de los semiconductores ha sido fundamental para el diseño de dispositivos más pequeños, rápidos y confiables. Se trata de productos cuyo diseño y manufactura es altamente complejo.
Un solo semiconductor contiene tantos transistores como hay piedras en la Pirámide de Giza; y en la actualidad, existen más de 100 mil millones de circuitos integrados en uso alrededor del mundo.
Los fabricantes de semiconductores suelen organizarse en dos grandes grupos: diseño y manufactura. Las empresas que solamente se dedican a la fabricación se conocen como “foundries” (fundidoras, en español), mientras que aquellas que se dedican únicamente al diseño se llaman “fabless”.
Existe una tercera categoría, que es la que realiza ambos procesos. A éstas se les conoce como Integrated Device Manufacturers (IDM), entre las que destacan Intel, Samsung, Fujitsu, AMS y, por supuesto, IBM.
Para tener una idea de su dimensión específica, el Boston Consulting Group señala que en ninguna otra industria se tiene el mismo porcentaje de inversión en Investigación y Desarrollo (22% de las ventas anuales) y gasto de capital (26%).
Es por ello que, en materia de abasto de semiconductores, todos los países están en una red integrada a lo largo de la cadena de suministro. Con base en ella y en la libertad de mercado, es que se logran mover materiales, equipaciones, propiedad intelectual, y productos por todo el globo.
La demanda por conocimiento especializado en grandes escalas para satisfacer el ritmo de crecimiento de la industria de semiconductores ha resultado en una cadena de suministro igualmente especializada y localizada, principalmente en los IDM del Sudeste de Asia.
Ante este panorama, encontrar una solución a la crisis de semiconductores se ha vuelto extremadamente complejo. Por eso vale la pena entender cómo llegamos aquí para que, ante su eventual resolución, podamos sintetizar aprendizajes valiosos.
¿A qué se debe la crisis de semiconductores y su escasez?
Al igual que muchos problemas en la actualidad dentro del ámbito industrial, la crisis de semiconductores se remonta al Covid-19 (lo cual no quiere decir que algunos de ellos ya existieran previamente).
Ahora bien, para entenderlo en términos generales, la escasez de semiconductores actual se debe a un fenómeno de sobredemanda: existen muchos consumidores en el mercado, pero hay pocos productos disponibles a precio razonable.
De acuerdo con Gartner, hoy mismo cualquier organización, de prácticamente cualquier sector donde se requieran circuitos integrados de semiconductores, está sufriendo limitaciones desde principios de 2021 (esta firma, además, elaboró un índice para medir el estado en que se encuentra cada industria).
Precisamente, entre Q4-2020 y Q1-2021, cuando el crecimiento exponencial del trabajo remoto comenzó a incrementar la demanda de productos electrónicos, los principales fabricantes tuvieron que actuar rápidamente.
Es decir, se debatieron entre un parón total de la industria por causas de fuerza mayor o aprovechar la enorme demanda de sus productos.
Al principio, hubo una adopción general de medidas para acelerar procesos; sin embargo, las empresas se toparon con el parón de muchas foundries y fabless por la emergencia sanitaria, lo que terminó por colapsar la cadena de suministro de semiconductores.
Más o menos este mismo panorama imperó durante 2021. Y es que no solamente la incertidumbre sobre la salud pública fue una constante, sino que a esto se sumó lo que sólo puede llamarse una serie de eventos desafortunados para la industria de semiconductores.
Desde brotes de la variante Delta en fundidoras de Malasia, inundaciones en una de las fabless más grandes de Japón, un crudo invierno en Texas, hasta el carguero que se estancó en el Canal de Suez… En fin, la lista es demasiado larga como para enumerarla y parecería digna de un guión de película de ciencia ficción.
En este contexto, y a medida que la crisis sanitaria va disminuyendo sus restricciones, tanto la industria de manufactura de semiconductores, como las que los utilizan como componente primario de sus productos, están revalorando sus estrategias.
Veamos un ejemplo que sitúa en la realidad esta explicación.
La crisis de los semiconductores en la industria automotriz: un ejemplo paradigmático
Sin duda, la industria automotriz es una de las más dañadas por la crisis de semiconductores a nivel mundial. De acuerdo con un estudio de KPMG, aunque la industria automotriz sólo representa el 10% de las ventas globales de semiconductores, se estima que será la industria que sufra el 80% de las pérdidas de los $125 mil millones de dólares producto del desabasto.
Y es que, como ya señalamos, la disyuntiva principal a la que se enfrentaron miles de empresas y grandes sectores fue a desatender una numerosa demanda ante un escenario de crisis económica.
Hacia el final del 2020, en la industria automotriz, sucedió lo que los especialistas denominan demanda acumulada: un incremento agresivo de la demanda, tras un periodo de retracción en el gasto.
Otra forma de verlo es que, luego de un periodo conservador respecto a sus finanzas, los consumidores comenzaron a mostrarse dispuestos a realizar gastos más prominentes. En efecto, ya bien asentado el riesgo sanitario, muchas personas vieron en un automóvil el valor agregado de prevención ante el contagio.
Ahora, desde el otro lado del mostrador –es decir, al interior de las ensambladoras–, lo que se observaba era un error de principio en la planeación de las cadenas de suministro.
Los fabricantes de automóviles no consideraron a los semiconductores como elementos críticos de sus procesos. Por supuesto, no ignoraban su importancia, pero habían delegado su relación con los fabricantes de semiconductores a terceras partes, lo que les restó visibilidad y comprensión sobre el problema que se avecinaba.
Ante la incertidumbre, decidieron poner en espera indefinida sus pedidos de semiconductores. En contraste, las compañías de electrodomésticos o de ensambladoras en Asia, que ya habían enfrentado escasez de estos productos con anterioridad, decidieron seguir adelante con sus itinerarios de entrega.
Por ello, justo en Q4-2020, cuando toda la red de semiconductores estaba comprometida, y la demanda de vehículos escaló agresivamente, los fabricantes de automóviles no pudieron sino cancelar órdenes de compra por doquier. En ese sentido, la estrategia de las automotrices careció de proactividad.
La IDM taiwanesa TSMC declaró a Reuters que las automotrices simplemente nunca llamaron hasta que era demasiado tarde, para luego tratar de portarse como si fueran sus mejores amigos.
Lo anterior desembocó en que los fabricantes de semiconductores dieron prioridad a otras industrias para abastecerlas de un bien preciado y escaso (lo cual, dicho sea de paso, tampoco alivió del todo sus propias dificultades).
El resultado de esta falta de previsión fue una pérdida de alrededor de 13 millones de vehículos a escala global, que representa un 15% del volumen de producción anual.
No obstante, hoy en día, que el panorama luce un poco más amable, el consumidor que busca adquirir un automóvil encuentra precios elevados e inventarios limitados.
Esta situación tiene al sector automotriz a la expectativa de que el abasto de semiconductores vuelva a la normalidad para aprovechar la demanda acumulada.
Frente al reto de abastecimiento de semiconductores que significarán los vehículos eléctricos y los experimentos de automoción autónoma, la industria automotriz debe preparar un acercamiento mucho más propositivo.
Con el objetivo de abonar a ello, recopilamos algunos consejos para delinear –al menos en teoría–, cómo sería este nuevo acercamiento.
Lecciones aprendidas
A continuación, algunas de las lecciones que recopilamos de diversas fuentes (KPMG, McKinsey, Clúster Industrial) que han analizado este tema y las posibles soluciones que el sector puede adoptar en el corto y mediano plazo.
- Tomar el control de la relación con los fabricantes: ante las omisiones que presentó la industria automotriz en cuanto al fortalecimiento de su red de proveedores, será necesario explorar vías de colaboración. Desde acuerdos de asociación formales con proveedores, sesiones de prospectiva, o habilitar unidades de inteligencia empresarial dedicadas a analizar la relación del sector con la producción de semiconductores.
- Invertir directamente en producción: lo sabemos, en la actualidad una inversión de este tipo no es para cualquier empresa, pero lo primero que se puede hacer en estos escenarios es asegurar que existe al menos la capacidad de garantizar la demanda, ya sea mediante inversiones directas o aumentando la capacidad productiva.
- Habilitar unidades de inteligencia para robustecer la toma de decisiones: ahora más en que nunca es evidente la magnitud de la complejidad que caracteriza a esta cadena de suministro; sin embargo, esto representa una ventaja si lo analizamos desde el punto de vista de la cantidad de información y datos que produce a diario. Contar con un software o un equipo de analistas puede considerarse como parte de los insumos de esta cadena.
- Revisar el proceso de selección, diseño y provisión: las automotrices pueden evitarse problemas si reducen su dependencia de componentes customizados, optando por alternativas estándar que reduzcan los costos y aseguren el acceso a múltiples proveedores.
La luz al final del circuito
La historia nos ha mostrado que predecir el futuro está más del lado de la magia que de la ciencia. Aún así, existen organizaciones que están intentando adelantarse a los posibles escenarios que depara el futuro próximo en el abastecimiento de semiconductores.
J.P. Morgan, por ejemplo, sugiere que a finales de 2022 deberíamos estar presenciando el comienzo del final de la crisis de semiconductores. Se incrementará la disponibilidad de estos productos, pero desafortunadamente no será igual para todas las industrias.
Esta institución recoge estimaciones de Volkswagen, quienes consideran que no será sino hasta 2024 cuando el tipo y la cantidad de semiconductores que requieren las automotrices estarán en mejores condiciones.
Por su parte, KPMG sostiene que en Europa y Estados Unidos hay planes para una expansión acelerada de los fabricantes de semiconductores ante la creciente presión política para construir plantas de producción a nivel local.
Esto da continuidad a una postura de preocupación respecto a la dependencia que tiene Occidente de los proveedores asiáticos respecto a este producto, angular en su actividad comercial.
Con la industria automotriz como ejemplo, los líderes políticos de estas regiones se plantean incentivar la fabricación local de semiconductores como una cuestión de fortalecimiento económico, e incluso, de seguridad nacional (debido a que los semiconductores son indispensables en cualquier sistema de seguridad moderno).
En suma, aunque la crisis de semiconductores actual pueda parecer un tema coyuntural, será útil que con miras al siguiente año la industria automotriz diseñe redes de abastecimiento y tácticas comerciales que aseguren su atractivo y competitividad en el nuevo negocio de la movilidad.